Los orígenes del comercio de la naranja

Los mallorquines fueron los pioneros en el comercio de la naranja. Concretamente en Soller, existen documentos oficiales de finales del siglo XVIII en los que se hacen disposiciones respecto a la exportación de naranjas.
En esa época el comerciante era el propietario de la embarcación que compraba directamente la cosecha al agricultor y la transportaba al sur de Francia y Cataluña para venderla.
Es por esa dualidad entre comerciante y transportista que a principios del siglo XIX por problemas de enfermedades en los cultivos de Mallorca los comerciantes migraron a la costa valenciana y el cultivo en la zona de levante comenzó a adquirir importancia.

Concretamente entre 1825 y 1830 comienza el cultivo y exportación de la naranja en la zona de la Plana de Castellón (primero Villareal y luego Almazora y Burriana).
En 1849 se realizo la primera exportación naranjas a Inglaterra.
 
En 1860 armadores valencianos construyeron en Inglaterra el barco de vapor Turia creando una linea regular a Londres para la exportación de naranjas.
 
En la década de 1860 a 1870 el auge de las exportaciones hace que los marjales, zonas donde se cultivaba trigo y cáñamo, fueran convertidos en naranjales. De este modo el cultivo que originariamente fue en la zona de Carcaixent y la de la Plana se fue extendiendo paulatinamente por la Comunidad Valenciana.

Concretamente en Burriana se pasó de 400 huertos en 1840 a ocupar el 85% de la superficie de cultivo del municipio a finales de siglo XIX.

El cultivo y la exportación en el siglo XIX

La naranja en el siglo XIX se exportaba por vía marítima, pues el transporte terrestre era complicado. Burriana, debido a su situación costera, era el punto de salida de toda la naranja producida en la provincia. El volumen total de lo embarcado desde Burriana representaba, según el año, entre el 20 y el 30% del total de la exportación española.
 
El embarque, concretamente, se hacia en el Grao de Burriana. Esa zona de la costa está justo al lado del «Clot de la Mare de Deu«, que es una zona húmeda por la que en la antigüedad corrió un río lo cual ha hecho que exista una pequeña rada en la que puedan fondear los barcos.
Las cajas se transportaban en grandes carros tirados por caballos al Grao, allí había almacenes en primera línea de playa donde se confeccionaban las cajas a exportar.  

Sin embargo, en aquel tiempo embarcar las cajas de naranjas no era una tarea fácil; no tanto porque las cajas normales pesaran 50kg y las grandes 100kg, sino por el pequeño detalle que no había puerto.
Para el embarque se utilizaban barcazas varadas en la orilla que una vez cargadas se arrastraban hacia el mar por bueyes.  Aunque parezca rudimentario el proceso tenía su ingenio pues además de utilizar palos para deslizar la barca, se utilizaba un sistema de poleas; una llamada «top» era un ancla situada dentro del mar y la otra llamada «home mort» era un enganche de hierro situado en tierra, de este modo se lograba aplicar y multiplicar adecuadamente la fuerza para varar o sacar las barcazas. Aun así se trataba de un trabajo duro y requería de hombres llamados «banyaors» que en pleno invierno tenían que meterse en el agua para enganchar y desenganchar la barcaza a la yunta de bueyes.


Otro método era la «càrrega en surà» en la cual, cuando el mar lo permitía, se entraba en el mar con la caja al hombro y se depositaba en la lancha.



El siglo XX, Burriana, París y Londres

A finales del siglo XIX las volumen de las exportaciones no paraba de crecer, gracias a el aumento de la demanda y la labor de los primeros comerciantes que se aventuraron en el extranjero con escasa formación y hablando únicamente valenciano.
Los mercados principales eran Inglaterra y Francia, por ello al ver los burrianenses la relevancia de la ciudad se acuño frase de «Burriana, París y Londres», en cierto modo fanfarrona pero reflejaba el orgullo de ser burrianense.


Dado el volumen de las exportaciones era obvia la necesidad de tener un puerto en Burriana.
En 1898 unos comerciantes de fruta londinenses, Isaac & Sons, construyo un embarcadero cuya vida fue un tanto efímera pues ese mismo año el buque inglés «Breidablick» lo dejo maltrecho y aunque fue reconstruido al final un ciclón acabó con el años más tarde.
Como la exportación de naranja sigue aumentando, en 1903 el burrianense Joaquín Peris Fuentes, consiguió la concesión a título particular para crear un puerto comercial y en 1910 presentó un proyecto para su construcción a cargo de una sociedad anónima.
Sin embargo el proyecto no prosperó y en 1917 no tuvo otra opción que vender al ayuntamiento la concesión que tanto esfuerzo y dinero le costó.

Las cosas cambiaron con la entrada en escena de Jaime Chicharro, Diputado a cortes por el distrito de Nules, que con sus gestiones logro que se aprobaran en Cortes los presupuestos para el puerto y su ferrocarril por un montante de mas de 6 millones de pesetas.
El plan definitivo fue confeccionado por el ingeniero Luis Oliveros, en 1923 se adjudicaron las obras D. José Friberg, pero no fue hasta 1925-26 cuando se logró el impulso final del Directorio civil de Primo de Rivera para iniciar las obras.
En 1927 desde el dique de Levante se cargo el primer barco con naranjas en sus bodegas y en 1932 se finalizo el puerto.
En señal de gratitud, Jaime Chicharro, natural de Torralba de Calatrava (provincia de Ciudad Real), fue declarado hijo adoptivo de Burriana.

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